Uno de los viajes míticos. ¿Qué viajero no ha deseado alguna vez recorrer las calles de Samarkanda? Admirar los desiertos de las grandes caravanas, las ciudades de los emires y los poetas sufíes. Bukhara, Khiva, nombres de leyenda enterrados bajo la historia de otro imperio: la Unión Soviética. Viajar por Uzbekistán es una experiencia realmente interesante y más aún si lo hacemos conviviendo con sus gentes y comprendiendo la reciente historia del Asia Central.

Uzbekistán, el país más poblado de Asia Central, se proclamó como nación independiente de la URSS en 1991, hace apenas 26 años, tras varias décadas bajo dominio soviético, y es que este país ha sido un importante enclave desde la antigüedad, ya en el S.IIa.C, Alejandro Magno se estableció en estas tierras para fundar Alejandría Escate -la última Alejandría- en los límites orientales de su imperio.

Surcada desde el s.I a.C por la ruta comercial terrestre más importante, la Ruta de La Seda, que unía la ciudad china de Chang'an (actual Xian) con la romana Constantinopla (actual Estambul) ruta con la que se enriquecieron las ciudades de Samarkanda y Bukhara. Disputada por su estratégica ubicación por turcos, persas, árabes… en el siglo XIII fue conquistada por el gran emperador mongol Gengis Kan. En el S.XV surgió la figura de Tamerlan, el gran emir de Samarkanda, nacido en Shahrisabz y considerado el último de los grandes conquistadores nómadas del Asia Central, que devolvió el esplendor de antaño a las grandes ciudades de Uzbekistán.

La historia hace de Uzbekistán un país sorprendente, multicultural, con importantes ciudades ricas en arte y cultura (cuatro ciudades Patrimonio de la Humanidad), un conglomerado de etnias asentadas después de miles de años como nómadas, desiertos que fueron un día intransitables, tradiciones que perviven en el tiempo y cierta modernización soviética de su última etapa. Sin duda un destino para descubrir y sorprenderse que hasta hace relativamente poco tiempo era casi desconocido para los viajeros